Por LAURIE KELLMAN
LONDRES (AP) — El mundo podría estar reconsiderando ahora el llamado “sueño americano”.
Durante siglos, la gente en otros países veía a Estados Unidos como un lugar que brindaba bienvenida y oportunidades. Ahora, las medidas del presidente Donald Trump para realizar deportaciones masivas de migrantes generan indignación en las calles de Los Ángeles, los campus universitarios e incluso las iglesias, y alimentan un replanteamiento global sobre las virtudes y la promesa de acudir al país.
“El mensaje que llega desde Washington es que no eres bienvenido en Estados Unidos”, observó Edwin van Rest, director general de Studyportals, que rastrea las búsquedas en tiempo real de estudiantes internacionales que sopesan estudiar en otros países. El interés de los alumnos por realizar sus estudios en Estados Unidos ha caído a su nivel más bajo desde la pandemia de COVID-19, según descubrió. “Y es un hecho que hay grandes oportunidades en otros lugares”.
Desde hace tiempo existe una noción idealizada sobre la inmigración y Estados Unidos. La realidad siempre ha sido diferente, y la raza y el origen étnico han desempeñado un papel innegable en la tensión sobre quién puede ser estadounidense. El país aún atrae a “las masas acurrucadas” desde el pedestal de la Estatua de la Libertad, como dice la placa donde está inscrito el poema “El nuevo coloso”, de Emma Lazarus. Su economía sólida ha ayudado a atraer a millones de personas más cada año, y esta afluencia ha impulsado a que la población estadounidense se haya elevado a más de 340 millones de habitantes.
Los primeros indicios en diferentes sectores —como el turismo, el comercio, el entretenimiento y la educación— dejan entrever que el sueño americano está desvaneciéndose para los extranjeros que históricamente han llegado en masa a Estados Unidos.
Una encuesta realizada entre enero y abril por el Centro de Investigación Pew —un grupo de expertos que brinda información sobre actitudes, tendencias y problemáticas de Estados Unidos y el mundo— reveló que la opinión sobre este país ha empeorado durante el último año en 15 de las 24 naciones encuestadas.
Trump y muchos de sus partidarios sostienen que los migrantes que se encuentran en el país sin permiso amenazan la seguridad, el empleo y la cultura estadounidenses. Pero quienes residen legalmente en Estados Unidos también han sido víctimas de las redadas de Trump. Y eso provoca recelo entre los posibles visitantes, incluso entre los turistas.
La guerra arancelaria global de Trump y su campaña contra los estudiantes internacionales que han expresado simpatías propalestinas están particularmente arraigadas en la mente de quienes viven al otro lado de las fronteras estadounidenses, y que durante décadas clamaron por participar en la tierra de la libertad de expresión y las oportunidades.
“Las probabilidades de que ocurra algo realmente terrible son casi con seguridad mínimas”, aconsejó Duncan Greaves, de 62 años —de Queensland, Australia—, a un usuario de Reddit que le preguntó si debía arriesgarse a pasar unas vacaciones en la tierra de las carnes a la parrilla, los cielos abiertos y los fuegos artificiales del 4 de julio. “En esencia, es como la cita de (la película) Dirty Harry: ‘¿Te sientes con suerte?’”.
Trump se ha casado con dos inmigrantes
Durante gran parte de su historia, Estados Unidos fomentó la inmigración en busca de impulso intelectual y económico para estimular su crecimiento.
Pero desde el principio, el país ha lidiado con la cuestión de a quién se le puede permitir ser estadounidense. En sus orígenes, Estados Unidos se construyó sobre tierras arrebatadas brutalmente a diversos grupos indígenas norteamericanos. Posteriormente, se trajo a millones de africanos esclavizados para poblarlo.
La Guerra Civil estadounidense se desató en parte por ese mismo tema. La Ley Federal de Exclusión de Chinos de 1882 prohibió la inmigración de trabajadores chinos una década. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense encarceló a unas 120.000 personas de ascendencia japonesa en 10 campos de concentración. Aproximadamente dos tercios de ellos eran ciudadanos estadounidenses.
No obstante, Estados Unidos siempre ha sido una nación de inmigrantes, guiada por el “credo estadounidense” desarrollado por Thomas Jefferson, el cual postula que los principios de igualdad, trabajo duro y libertad son inherentemente estadounidenses.
Todo el mundo, al fin y al cabo, viene de algún otro lugar, un hecho que fue destacado este mes ante las cámaras en el Despacho Oval, cuando el canciller alemán Friedrich Merz le entregó al presidente el certificado de nacimiento enmarcado del abuelo de Trump, también llamado Friedrich, quien emigró de Alemania en 1885. Fue uno de los millones de alemanes que huyeron de la guerra y las dificultades económicas para mudarse a Estados Unidos a finales del siglo XIX.
Y hay una historia allí que deja entrever que la familia Trump también está al tanto de los triunfos de la inmigración y de la lucha, y de la vergüenza de ser expulsado.
Luego de casarse y amasar una fortuna en Estados Unidos, el abuelo de Trump obtuvo la ciudadanía estadounidense e intentó regresar a Alemania. Fue expulsado por no haber completado su servicio militar, y escribió sobre esa experiencia.
“¿Por qué deben deportarnos? Esto es muy, muy duro para una familia”, escribió Friedrich Trump a Luitpold, príncipe regente de Baviera, en 1905, según una traducción de la revista Harper’s. “¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si los súbditos honestos se enfrentan a semejante decreto, sin mencionar las grandes pérdidas materiales que eso ocasionará?”.
El propio Trump se ha casado con dos inmigrantes: la difunta Ivana Zelníčková Trump, de lo que es hoy la República Checa, y su esposa actual, Melania Knauss Trump, de Eslovenia.
Llegar a Estados Unidos
Es difícil exagerar el grado en que la inmigración ha cambiado el rostro y la cultura de Estados Unidos… y la ha dividido.
La inmigración en 2024 impulsó el crecimiento poblacional de la nación a su ritmo más rápido en 23 años y la llevó a superar los 340 millones de habitantes, según informó la Oficina del Censo en diciembre. Casi 2,8 millones más de personas inmigraron al país el año pasado que en 2023, en parte gracias a un nuevo método de conteo que incluye a las personas admitidas por razones humanitarias. La migración internacional neta representó el 84% del aumento de 3,3 millones de personas en el país, según los datos más recientes.
La inmigración representó la totalidad del crecimiento en 16 estados que, de otro modo, habrían perdido población, según la Brookings Institution, una organización sin fines de lucro que realiza investigaciones para mejorar políticas en todos los niveles de gobierno.
Pero mientras que algunos estadounidenses consideran que la inmigración es en gran medida una afluencia de trabajadores y de capacidad intelectual, lo que Trump ve es una “invasión”, una opinión que sostiene desde hace tiempo.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha iniciado una campaña de control migratorio de amplio alcance que ha puesto a prueba los límites del poder ejecutivo, y ha chocado con jueces federales que intentan frenarlo por su invocación de poderes especiales para deportar personas, cancelar visas y enviar a los deportados a terceros países.
En su segundo mandato, a diferencia del primero, no se ha retractado de algunas posturas impopulares sobre inmigración. Más bien, el tema se ha convertido en el más importante para Trump en las encuestas públicas, lo que refleja su influencia sobre la base republicana y un cambio más amplio en la opinión pública.
Una encuesta de junio de The Associated Press-Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos —una organización apartidista de investigación— reveló que el 46% de los adultos estadounidenses aprueban la gestión de Trump en materia de inmigración, lo que representa casi 10 puntos porcentuales más que su índice de aprobación en la economía y el comercio. El sondeo se llevó a cabo cuando empezaban las protestas de Los Ángeles y no incluyó preguntas sobre el despliegue militar de Trump en la ciudad.
“Han sacudido su confianza”
Estados Unidos sigue siendo considerado una potencia económica, aunque gente en más países considera que China es la principal economía del mundo, según la encuesta del centro Pew, y no está claro si las políticas de Trump podrían provocar una fuga significativa de estudiantes internacionales y de otros que se sienten asediados en Estados Unidos.
Studyportals, con sede en Holanda, reportó que las visitas semanales a sitios de títulos universitarios en Estados Unidos se desplomaron a la mitad entre el 5 de enero y finales de abril. Pronosticó que, si la tendencia continúa, la demanda de programas en el país podría caer aún más, y los programas estadounidenses podrían perder terreno frente a países como el Reino Unido y Australia.
“Los estudiantes internacionales y sus familias buscan previsibilidad y seguridad al elegir a qué país confiar su futuro”, dijo Fanta Aw, directora general de NAFSA, una asociación que representa a educadores internacionales. “Las recientes acciones del gobierno estadounidense han sacudido, evidentemente, su confianza en Estados Unidos”.