Por JOSEPH KRAUSS
Israel anunció a primera hora del viernes que planea tomar el control de la Ciudad de Gaza, la mayor zona urbana del enclave y que ya ha sufrido una devastación generalizada en repetidas incursiones israelíes.
Otra operación terrestre a gran escala en uno de los pocos lugares de la Franja para los que aún no hay órdenes de evacuación podría provocar más desplazamientos masivos y perturbaría aún más los esfuerzos para repartir los alimentos que se necesitan con urgencia en el territorio, donde los expertos han advertido que se está produciendo una hambruna.
Israel ha enfrentado crecientes pedidos de muchos de sus aliados más cercanos para poner fin a la guerra, y el nuevo plan cuenta con la oposición de las familias de los cerca de 20 rehenes vivos que quedan en manos de Hamás y de miembros de las fuerzas de seguridad que sostienen que, en este punto, hay poco que ganar militarmente.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, afirma que se necesita más presión militar para lograr los objetivos israelíes de recuperar a los rehenes y destruir a Hamás.
No queda mucho de la Ciudad de Gaza
Israel ha bombardeado repetidamente la Ciudad de Gaza y ha lanzado importantes operaciones terrestres en las semanas posteriores al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la guerra. Varios vecindarios e infraestructura clave han quedado destruidos casi por completo.
En vísperas de la guerra, era la ciudad más poblada de la Franja con unos 700.000 habitantes, aproximadamente la población de Washington, D.C. Cientos de miles huyeron siguiendo las órdenes de evacuación israelíes al inicio del conflicto, pero muchos regresaron durante un alto el fuego a principios de este año.
Israel ya controla y ha destruido en gran medida alrededor del 75% del enclave, y la mayoría de sus alrededor de dos millones de habitantes se refugian ahora en la Ciudad de Gaza, en Deir al-Balah, una ciudad en el centro del territorio, y en los vastos campamentos para desplazados en la zona de Muwasi, a lo largo de la costa.
La ofensiva israelí se ha cobrado la vida de más de 61.000 palestinos, según el Ministerio de Salud gazatí, que no distingue entre víctimas civiles y combatientes en su conteo. El ministerio forma parte del gobierno dirigido por Hamás y está compuesto por profesionales médicos. Naciones Unidas y expertos independientes consideran sus cifras como la estimación más fiable de las bajas de la guerra. Israel las cuestiona, pero no ha facilitado sus propios datos.
Oposición en Israel
Otro gran operativo terrestre provocará, casi con certeza, la muerte de más soldados israelíes en ataques de relámpago, lo que socavará el apoyo interno a la guerra y podría poner en peligro a los rehenes que siguen retenidos en Gaza.
Insurgentes liderados por Hamás mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, en el ataque del 7 de octubre y tomaron a otras 251 como rehenes. La mayoría ha sido liberadas en acuerdos de alto el fuego o de otro tipo. Cincuenta siguen en el territorio, de los cuales se cree que alrededor de 20 seguirían vivos, según según Israel.
En los últimos días, los insurgentes palestinos han publicado videos en los que unos demacrados rehenes aseguraban que sufrían la misma hambruna que la población palestina. Se cree que Hamás tiene a los cautivos en túneles y en otros lugares secretos, y ha insinuado que los matará si las fuerzas israelíes se acercan.
Exfuncionarios de seguridad también se han pronunciado en contra de más operaciones militares, alegando que hay poco que ganar después de que Hamás haya quedado diezmado militarmente. El jefe de Estado Mayor del ejército de Israel, el teniente general Eyal Zamir, supuestamente argumentó durante una reunión del Gabinete de Seguridad que un plan más amplio para tomar toda Gaza pondría en peligro a los rehenes y supondría una carga adicional para el ejército después de dos años de guerras regionales.
Indignación internacional
Israel se ha visto sometido a una creciente presión internacional en las últimas semanas, mientras las imágenes de niños hambrientos han puesto de manifiesto el empeoramiento de la crisis alimentaria. Veintiocho naciones alineadas con Occidente, entre las que están algunos de sus aliados más cercanos, pidieron que se ponga fin a la guerra el mes pasado.
Incluso el presidente Donald Trump, el mayor partidario que ha tenido Israel en la Casa Blanca, ha expresado su preocupación por el hambre. Afirmó que quiere poner fin a la guerra y devolver a todos los rehenes, pero también que depende de Israel decidir sus próximos movimientos.
Israel ha rechazado las críticas, apuntó que ha hecho todo lo posible para limitar los daños a los civiles y culpó a Hamás de sus muertes. Netanyahu ha negado que haya hambruna en Gaza a pesar de los testimonios de testigos presenciales, de los datos recopilados por expertos y de las serias advertencias de funcionarios de la ONU y de importantes grupos internacionales de ayuda que operan allí.
Netanyahu ha defendido que se necesita más presión militar para que Hamás acepte liberar a los rehenes y rendirse.
Pero Hamás ya ha resistido a una de las campañas militares más letales y destructivas desde la Segunda Guerra Mundial. El grupo insurgente asegura que solo liberará a los rehenes restantes a cambio de un alto el fuego duradero y de una retirada israelí.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.