Por MARÍA TERESA HERNÁNDEZ
Mientras su hija crecía y su alegría parecía desbordarse, Ziva Mann comenzó a llamarla “Risitas”.
“Era como un sol”, dijo Mann desde su hogar en Massachussets. Todo cambió durante el segundo año de la escuela primaria, cuando el brillo de Ellie empezó a apagarse. “Se puso más y más triste”, recordó. “Fue como observar a alguien desaparecer”.
Mann eventualmente comprendió que la tristeza de su hija estaba conectada con una lucha interna por asumir su verdadera identidad de género. Ellie le dio la noticia una tarde durante la pandemia, mientras ambas conversaban en la sala de su casa.
Cuando Mann la escuchó decir: “Mamá, soy niña”, no pudo evitar sentir sorpresa, pero una inmensa admiración rápidamente la invadió. “Le dije ‘gracias por decirme esto’, y ella sonrió”.
Desde entonces, Mann y su familia han recorrido un largo camino para encontrar la mejor manera de apoyar a su hija trans en su comunidad judía ortodoxa, donde la tradición y los estrictos roles de género moldean la vida cotidiana.
Cómo criar a un hijo trans bajo el Judaísmo ortodoxo
Aunque hay corrientes del Judaísmo que sí cobijan a la comunidad trans, encontrar apertura en los círculos ortodoxos es complejo. Los programas escolares suelen dividirse por género y las sinagogas cuentan con asientos separados para hombres y mujeres.
“La ortodoxia de hoy es meramente binaria”, dijo Myriam Kabakov, cofundadora y directora ejecutiva de Eshel, una organización estadounidense enfocada en apoyar a la comunidad LGBTQ+. “O eres hombre o eres mujer, así que si una persona está en proceso de transición, es común que se le pida no entrar a la sinagoga”.
Incluso después de que alguien haya completado su transición, añadió Kabakov, los rabinos tendrían que sentirse suficientemente cómodos como para permitir que recen en el espacio de oración en el que se sientan cómodos. Sin embargo, esa aceptación no está garantizada.
Para conectar a padres y juventudes trans con templos inclusivos, Eshel desarrolló un programa llamado “Sinagogas acogedoras”, donde las personas pueden confiar en que serán aceptados y respetados por sus líderes espirituales. De acuerdo con Kabakov, unos 300 rabinos y 160 familias con niños trans forman parte de su base de datos.
Entre ellos está Deslie Paneth, quien vive en Long Island y también ha hecho hasta lo imposible por encontrar apoyo emocional y espiritual para Ollie, su hijo trans. “No sé qué habría sido de nosotros sin Eshel”, dijo Paneth. “Rezo para que la vida me permita ver que la comunidad trans se haga de un sitio entre nosotros”.
Mediando con la tradición
Mann se define como Ortodoxa moderna, lo que quiere decir que intenta acatar la ley judía mientras su familia respeta sus propios valores.
“Sólo rompemos las reglas para salvar una vida”, dijo. “Porque una vida es más importante que cualquier regla”.
Aceptar y abrazar la identidad de género de Ellie justamente se sintió como salvarla de la pena, así que no vio la necesidad de hablar con Dios al respecto. “Lo importante es que ésta es mi hija”, dijo. “Ella me importa más que el género que pensé que tenía”.
Mann ha escuchado de familias con hijos trans a las que se les ha pedido abandonar su sinagoga, pero su caso fue distinto. Mientras se preparaba para compartir la noticia con sus padres y suegros, Mann llamó a su rabino y éste le dijo que Ellie sería recibida con dignidad y respeto.
“Nos ofreció su bendición”, dijo Mann. “La fuerza, el amor y la gracia para criar a un hijo que recorre un camino difícil”.
Los retos de mantener la fe
Mann se siente afortunada por el apoyo que permitió que Ellie volviera a sonreír pero para otras familias el proceso ha sido más difícil.
Antes de iniciar su transición en 2017, el hijo de Paneth era profundamente religioso y ambos disfrutaban sentarse juntos en la sinagoga. “Hasta el día de hoy, él me cuenta que, especialmente durante los feriados, le duele que no podemos sentarnos juntos en el templo”, dijo.
El problema no es que su sinagoga prohíba el ingreso de Ollie. Un rabino le dijo a Paneth que su hijo es bienvenido, pero como su transición fue para convertirse en hombre, tendría que sentarse con entre varones y la relación que Ollie estableció con el judaísmo fue como niña.
“Mi conexión a Dios es como mujer”, le dijo Ollie a su madre alguna vez.
Fe e identidad en una encrucijada
Olli piensa que su relación con la religión se fracturó mientras estudiaba en una preparatoria ortodoxa exclusiva para chicas. Empezó a hacer preguntas relacionadas con igualdad de género, pero ninguna de las respuestas que recibió le satisfizo.
“Estoy convencido de que, si no fuera trans, todavía sería un judío religioso”, dijo.
Inicialmente le dijo a sus padres que era lesbiana, pero tras ingresar a una universidad secular, hacer amigos en la comunidad LGBTQ+ y sentirse atrapado durante el encierro de la pandemia, decidió dar el siguiente paso. “Si iba a sobrevivir esto, tenía que decirle a mis padres que soy trans y empezar mi transición médica”.
Ollie, quien ahora tiene 27 años, se sometió a una cirugía de afirmación de género en 2022 y poco después conoció a su novia en JQY, un programa que apoya a jóvenes judíos de la comunidad LGBTQ+. La pareja vive en Nueva York.
Actualmente no se considera ortodoxo y ya tiene un buen tiempo sin pisar una sinagoga, pero le gustaría encontrar un nuevo camino hacia Dios.
Paneth lo recibe en casa durante las festividades judías y el Sabbath y él aprecia su entendimiento y paciencia, pues no usa kippah como haría cualquier hombre judío.
“No hago ninguna de las cosas religiosas que hacen los hombres porque soy la misma persona que he sido siempre”, dijo. “Aunque me veo diferente, mi relación con Dios no ha cambiado”.
Una espiritualidad inclusiva
Kabakov dijo que muchos judíos de la comunidad LGBTQ+ terminan por dejar la ortodoxia, pero para aquellos que deseen mantener su fe, Eshel y varios líderes espirituales ofrecen apoyo.
El rabino Mike Moskowitz, quien trabaja en una sinagoga LGBTQ+ en Nueva York, piensa que su trabajo es ayudar a la gente a comprender que el Judaísmo también puede celebrar a su verdadero yo. “El judaísmo no es el problema”, dijo. “Es la ortodoxia, la gente”.
El asesoramiento que ofrece a padres y juventudes trans es personalizado, pero a grandes rasgos consiste en ofrecer una interpretación distinta de la Biblia judía.
“Aquellos que quieran ser transfóbicos dirán que la Biblia dice que no puedes usar ropa que no corresponde con tu género”, contó el rabino. “Pero una respuesta para ello es que las personas trans no están usando ropa que no corresponde, sino que reafirma su género”.
Él, como Kabakov, piensa que las comunidades religiosas están evolucionando para ser más inclusivas, pero aún queda camino por recorrer.
“La discriminación es impía”, dijo. “La unidad consiste en afrontar la situación con bondad y reemplazar el peso de la opresión con la elevación del amor”.
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